El milagro económico Japonés
Sobrepoblación, un medio hostil, un complicado relieve, amplios y frecuentes riesgos ambientales, dependencia alimentaria exterior, ausencia de minerales y escasez de otras materias primas y fuentes de energía por sus características Japón debería pertenecer a esos países que debido a sus limitaciones están estancados económicamente pero nada que ver, pese a haber experimentado una extraordinariamente larga crisis económica, Japón es la tercera economía del mundo, un Estado superpoblado y rico, con la esperanza de vida más alta, un buen sistema educativo, una bastante equitativa distribución de la renta y altas posiciones en los diferentes índices de desarrollo humano. Sin embargo, estos logros contrastan con los condicionantes tradicionales para lograr el desarrollo.
El modelo de desarrollo nipón parte de la restauración Meiji, una reacción pragmática de la nobleza japonesa para hacer frente a las potencias occidentales, el estado empezó a intervenir en la economía protegiendo la producción y dirigiendo la industrialización. Japón es un país pobre en materiales industriales y fuentes de energía; por tanto, no tenía ninguna capacidad para hacerlo.
La solución fue importar estas materias primas y fuentes de energía de otros Estados asiáticos, transformarlos mediante la industria y aportarles un valor añadido para después abastecer Japón y protegerse de las importaciones extranjeras. La revolución había sido llevada a cabo por la nobleza, que pasó de ser terrateniente en un sistema feudal a señores industriales en otro capitalista esto significó que el campesinado pasó de servir a los señores feudales en el campo a trasladarse a las ciudades para servir a los mismos señores convertidos en burgueses. De ahí que hasta la actualidad haya perdurado una relación paternalista por parte de la empresa con sus trabajadores, que a su vez sirven a la misma por encima de sus intereses personales, y generalmente de por vida, en un modelo de mutua lealtad.
Así, se dan características únicas, como salarios acordes con la edad y no con el puesto, ascensos según el tiempo en la empresa y no según el trabajo, la contratación de personas por sus lazos familiares con otros trabajadores, el mantenimiento de plantillas por encima de las necesidades de las empresas, el trabajo duro en servicio de la compañía, por el bien colectivo aun en perjuicio de la vida privada o de la ausencia de recompensas, o una altísima responsabilidad social de las empresas.
Estas características permiten que la empresa japonesa dedique parte de sus recursos a la continua formación de sus trabajadores y que estos introduzcan continuamente pequeños cambios que repercutan en la productividad generando kaizen (mejora continua) una inversión en I+D de la que toda la empresa participa.
Aunque la revolución Meiji fue clave en el inicio de la industrialización en Japón, el país producía bienes de escasa calidad y sus exportaciones eran irrisorias en el contexto internacional. Cuando Europa se enfrascó en la Gran Guerra, Japón pudo captar los mercados asiáticos, pese a la inferior calidad de sus bienes, y generar el 3% de las exportaciones mundiales. La guerra devastó la nación, acabó con gran parte de los avances alcanzados y sumó nuevos problemas para el desarrollo nipón, como la integración de seis millones de repatriados desde las excolonias, el pago de indemnizaciones de guerra o la desarticulación de los zaibatsus.
Solamente cuando estalló la guerra de Corea pudo superar su posguerra, ya que Estados Unidos, potencia ocupante de Japón, cambió su política respecto al archipiélago al aplicar una estrategia de contención al comunismo y emplear las islas como punto de suministros a Corea y como avanzadilla capitalista en Asia oriental. Ello permitió la llegada de abundante capital, una rápida reindustrialización ante la demanda de suministros de las tropas estadounidenses.
El milagro japonés, el modelo genuino que desarrolló Japón, volvió sobre un fuerte intervencionismo estatal, grandes holdings empresariales y la adquisición de tecnología.
Entre 1955 y 1973, Japón experimentó tasas de crecimiento de entre el 6 y el 12% anual, muy superiores a las del resto de los Estados industrializados.
El resultado fue que Japón perdió su ventaja competitiva, superado por sus discípulos. Su modelo de desarrollo ha resultado un triunfo económico replicable, pero Japón está muriendo de éxito. A su vez, aunque se han conseguido grandes avances en educación, sanidad, equidad económica o derechos laborales, el modelo de desarrollo nipón se ha centrado en el plano económico y ha dejado de lado la igualdad de género, los derechos de las minorías sexuales, el ocio o la felicidad misma de sus ciudadanos, con una de las tasas de suicidios más altas del mundo
El modelo de desarrollo nipón parte de la restauración Meiji, una reacción pragmática de la nobleza japonesa para hacer frente a las potencias occidentales, el estado empezó a intervenir en la economía protegiendo la producción y dirigiendo la industrialización. Japón es un país pobre en materiales industriales y fuentes de energía; por tanto, no tenía ninguna capacidad para hacerlo.
La solución fue importar estas materias primas y fuentes de energía de otros Estados asiáticos, transformarlos mediante la industria y aportarles un valor añadido para después abastecer Japón y protegerse de las importaciones extranjeras. La revolución había sido llevada a cabo por la nobleza, que pasó de ser terrateniente en un sistema feudal a señores industriales en otro capitalista esto significó que el campesinado pasó de servir a los señores feudales en el campo a trasladarse a las ciudades para servir a los mismos señores convertidos en burgueses. De ahí que hasta la actualidad haya perdurado una relación paternalista por parte de la empresa con sus trabajadores, que a su vez sirven a la misma por encima de sus intereses personales, y generalmente de por vida, en un modelo de mutua lealtad.
Foto original |
Estas características permiten que la empresa japonesa dedique parte de sus recursos a la continua formación de sus trabajadores y que estos introduzcan continuamente pequeños cambios que repercutan en la productividad generando kaizen (mejora continua) una inversión en I+D de la que toda la empresa participa.
Aunque la revolución Meiji fue clave en el inicio de la industrialización en Japón, el país producía bienes de escasa calidad y sus exportaciones eran irrisorias en el contexto internacional. Cuando Europa se enfrascó en la Gran Guerra, Japón pudo captar los mercados asiáticos, pese a la inferior calidad de sus bienes, y generar el 3% de las exportaciones mundiales. La guerra devastó la nación, acabó con gran parte de los avances alcanzados y sumó nuevos problemas para el desarrollo nipón, como la integración de seis millones de repatriados desde las excolonias, el pago de indemnizaciones de guerra o la desarticulación de los zaibatsus.
Empresas Japonesas mas importantes (original) |
El milagro japonés, el modelo genuino que desarrolló Japón, volvió sobre un fuerte intervencionismo estatal, grandes holdings empresariales y la adquisición de tecnología.
Entre 1955 y 1973, Japón experimentó tasas de crecimiento de entre el 6 y el 12% anual, muy superiores a las del resto de los Estados industrializados.
Crisis del modelo Nipón
Desde los 90, el país el país se enfrenta a una larga crisis, con un estancamiento de su economía. La crisis se inició por el estallido de una gran burbuja financiera e inmobiliaria desarrollada durante los 80 al amparo de Japón como banquero mundial, pero se ha prolongado en el tiempo por el envejecimiento de la población y la competencia de otros países asiáticos.El resultado fue que Japón perdió su ventaja competitiva, superado por sus discípulos. Su modelo de desarrollo ha resultado un triunfo económico replicable, pero Japón está muriendo de éxito. A su vez, aunque se han conseguido grandes avances en educación, sanidad, equidad económica o derechos laborales, el modelo de desarrollo nipón se ha centrado en el plano económico y ha dejado de lado la igualdad de género, los derechos de las minorías sexuales, el ocio o la felicidad misma de sus ciudadanos, con una de las tasas de suicidios más altas del mundo
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